Yo pensaba que sí, pero no

 


     Y cuando pensaba que iba a romper a llorar, que se desmoronaba tras abrir su corazón a las confesiones de su enfermedad, se sacó una teta y me enseñó sin tapujos la masacre, según ella, que habían hecho extirpándole el pezón.

      - Un globo, igual, como un globo blanco es  esta teta sin botón.

      Y con esa imagen abandoné el zaguán y me metí en casa. Con esa visión de la vida, reducida a un globo blanco sin botón, rumié toda la tarde la idea insistente de volver al piso de abajo y preguntarle por qué no estaba contenta, por qué no se conformaba si la realidad podía haber sido más dura y en vez de un globo podía no haber tenido ninguno. Pero no, no fui. Solo rumié y me tragué el bolo que se me atragantó porque no era mi teta, no era mi pezón y no era mi angustia. A mí ahora solo me asusta que mañana decida enseñarme más partes de su anatomía.


        Yudeyna Santana


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