miércoles, 27 de abril de 2022

Mudanzas

       


         Ya no hay compaña que llene las paredes ni el hueco en el pecho que dejaste al marcharte sin aviso.

          Llevo días preparando la mudanza y no acaba nunca. Cada caja amontona treinta años de recuerdos; pesan demasiado. Tres días y aún no he acabado con nuestro cuarto; se me cae el techo y me agobian los cajones abiertos.

          Aquella empresa decía que en una jornada vaciarían la casa y en otra media la cambiarían de sitio. Cosas. Se llevarían cajas y muebles llenos de cosas. No podrían con las paredes que sostienen nuestra vida, con los recuerdos que aún rebotan en los vidrios, las risas y llantos que resuenan en las esquinas.

          Hay mudanzas que no entran en camiones ni llevan el ritmo de las agujas del reloj; los recuerdos se mudan a su ritmo.



            A mi querida Marisol♥️

sábado, 2 de abril de 2022

Siembra, riega y espera.

- Mamá, tengo que entregar un texto narrativo. ¿Te importa echarle un ojo?

Los dos sabemos en ese momento que la pregunta es retórica, porque ya mis ojos buscan esa historia mucho antes de que termine de hablar.


El chiquillo ha redactado un texto narrando un antiguo cuento popular que habla de las hermanas Vida y Muerte. Puede haber oído esa historia unas cien veces en casa, pero yo no salgo de mi asombro mientras leo porque él ha deconstruído la leyenda añadiendo su criterio, su propio lenguaje (adaptándolo a su tiempo) y opiniones, creando así un texto único. Me ha hecho reencontrarme con la historia desde sus ojos.

- Hijo, esto está muy bien ¿Cómo se te ocurrió hacerlo así?

- No lo sé. Estaba en blanco y me acordé de tus historias.

Mi cara me delata (y la baba también). El lo veía y, como en los vaivenes de los cuentos donde siempre hay altos y bajos, se apresuró a darme la estocada.

- Bueno, mamá, no te vengas muy arriba tampoco porque tú sabes que lo que a mí me gusta son las mates; esto solo lo sé hacer.

El no se daba cuenta pero, lejos de desanimarme, esas palabras me llenaron de orgullo porque "hijo mío, tú estudiarás lo que quieras cuando quieras, pero la palabra ya vive en ti y te acompañará SIEMPRE con acierto a donde quiera que vayas.

Mi abuelo me enseñó que sembrando, regando y esperando con paciencia y mimo uno recoge frutos.  

Recordé entonces que en esta tarea de la maternidad, sin saber cómo hacer bien este trabajo, seguí mi instinto y eduqué a base de historias, de cuentos y antiguas leyendas que siempre encierran grandes enseñanzas. Una lección inconsciente, instintiva y de arraigo que ahora, leyendo su texto, veo reflejada en él.

Siembra, riega y espera; los frutos vendrán y las palabras llenarán tu vida.


Lady Yu

Lamento de un elemento

          El pico rompía la piedra con la fuerza que le daba aquel brazo ya cansado, agotado y hambriento del hombre que lo usab...