viernes, 2 de junio de 2023

LA CANCHA NO SE TOCA

     



     No es fácil llevar el que te juzguen por el sitio donde te criaste. Por suerte, los tiempos, la gente y la vida han cambiado y la memoria se va emborronando dejando los malos recuerdos atrás. Sin embargo, para los que crecimos en medio de estas calles, los recuerdos continúan frescos y, últimamente, cada tarde, vuelan más vivos que nunca rezumando ecos del pasado. El eco viaja cuesta arriba desde la cancha atrayendo, entre risas y melancolía, a cada vez más gente.

    No es fácil crecer en un barrio al que, por los motivos que sean, olvidaron y dejaron a la deriva durante mucho tiempo. El olvido ajeno no es bueno pero, por suerte, dentro de los muros invisibles que rodean mi barrio, la gente nunca se olvidó de sí misma ni del prójimo con quien construía sus vidas.

    En las últimas semanas he sentido, si cabe, más orgullo que nunca de la gente de mi barrio, la que me vio crecer y de la que he aprendido reglas básicas de supervivencia y superación. Mi barrio se une, demostrando una vez más su valía y capacidad, en una causa que creo justa reconocer. Donde todos leen en un cartel: "La Cancha no se toca", otros, los que atesoramos los recuerdos de un barrio hecho a sí mismo, leemos: "esta es mi casa, esta es mi vida, aquí se construyó mi pasado y, desde el presente labro el futuro de mis hijos".

    Si te asomas por allí es fácil que te lo expliquen, que lo entiendas, es sencillo ver la vida recorriendo las líneas casi borradas del suelo. Por eso, no es fácil llevar que AHORA se acuerden de un barrio para despojarles de algo que contiene la memoria de sus vidas y la identidad de sus calles, no es fácil aceptar que se acuerden de uno para quitarle algo y más sin dar una opción de reemplazo, una vía de escape, algo que, por lo menos no  haga sentir el robo tan fuerte y descarado.

    Parece raro que haya quien no entienda el porqué de algo tan claro, tan visible y palpable como el sentimiento de que "La cancha NO se toca", porque no hay más ciego que el que no quiere ver ni más sordo que el que desoye por gusto y necedad.

Lady Yu

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