Se prepara una jornada diferente en el gimnasio. Es sorpresa para los chiquillos, pero es un hecho: hoy, ellos serán los "entrenadores" de sus progenitores.
Risas, incredulidad y gestos sarcásticos de "ay, ay, cómo van a sufrir". Así comienza un entrenamiento atípico para todos bajo la atenta mirada de los entrenadores oficiales.
La hora no transcurre sin sufrimientos para una servidora, pero la cara de mi hijo lo compensa. Se dedica a su madre para que aprenda y no se haga daño, pero es evidente que le embarga la impaciencia de la edad.
Se oye de fondo: "ahora entiendo la frustración que sienten a veces los entrenadores con nosotros". Y, de repente, una jornada de padres e hijos se convierte en algo más que en tiempo de gimnasio, en algo más que peso y fuerza. Todo cambia y se transforma en enseñanza para unos chavales que solo iban a pasar una tarde más entrenando. Hoy su entrenamiento se lo llevan por dentro y los padres hemos comprendido en nuestras carnes el esfuerzo que dedican a diario para superarse.
Todos hemos llegado a la conclusión de que Pegasus es algo más que una escuelita de fuerza; Pegasus es una casa dedicada a los valores, a las metas, al esfuerzo, a la bonita enseñanza de la perfección, la exactitud lograda con dedicación y amor a todo lo que se hace.
Dejémonos regar por las generaciones que vienen como ellos hacen desde pequeños con los mayores; es ahí donde está el aprendizaje y la mejora mutua. Démonos la mano mirándonos en los demás más a menudo; aprendamos, pero bien.
Yudeyna Santana
