miércoles, 24 de abril de 2024

Lamento de un elemento


          El pico rompía la piedra con la fuerza que le daba aquel brazo ya cansado, agotado y hambriento del hombre que lo usaba ya más por miedo al látigo que por la esperanza de hallar algo.

        - ¡Au!,- se oyó dentro de la cueva, pero el hombre siguió con su tarea mecánica, picando.

        - ¡Au, au, au!- gritaba la piedra claramente. 

        Y como el hombre no parara, fue el pico quien preguntó:

        - ¿Quién se queja ahí, dentro de esta cueva? ¿Acaso te hice daño?

        - ¿No me ves?- contestó una roca pequeña, rodeada de polvo negro pero de la que se desprendían destellos. - Me haces daño y espantas mi descanso.

        - Y te pido disculpas,- contestó el pico- pero nada puedo hacer yo, la herramienta, mientras sea el brazo quien la mueva. Así de inerte es mi vida, útil solo mientras alguien más la maneje.

        - ¡Qué rarezas a estas horas, después de milenios de sereno descanso! Pero, ¿qué pretende ese ser que te maneja y rompe mi montaña, que arranca a mis hermanas de sus entrañas y la seca con tanta ansia?

        - Te busca y hace rato que no halla nada. Así que aguanta- pidió el pico- y guarda un poco más tu lamento porque, en cuanto te vea, tu vida valdrá lo que su plato de comida y tu calma ya no será esta montaña sino la tiara que adorne cabelleras humanas.

        - ¡Au, au, au!- se quejó bajito la pequeña piedra de oro que ya veía su futuro derretido, vacío y sin más valor que aquel que quisiera darle el hombre en su nueva vida.

        FIN

        

Leyendo a Eugenio Noel y su análisis  "América bajo la lupa", me inspiro en sus letras y sale este pequeño cuento sobre un elemento que encontró en la representación de su nombre un lamento y cuyo futuro sirvió para creer que cuanto más de ese lamento se tuviera, más digno sería uno. ¡Qué ignorante resulta el ser humano a veces! Buscó desesperado la piedra, se esclavizó a ella, se sometió a su brillo y se creyó sus propias mentiras acerca de un valor que solamente él entendía. Y ahora, consciente, el ser humano teme el castigo de su propia imprudencia. De nuevo, ¡au, au, au!, se lamenta el humano fuera de la cueva, cogiendo el testigo de aquella piedra.


4 comentarios:

Lady Yu

Lamento de un elemento

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