miércoles, 12 de enero de 2022

Esto no me gusta


     Un niño de cuatro años prueba practicar un deporte por primera vez. El elegido es el fútbol por tradición familiar y la ilusión es enorme. Equipado y con la energía propia de la edad, se lanza al campo, pero es un niño y él quiere jugar a su antojo.
     - Señora, no sé yo si lo del niño es el fútbol.
     - No sé por qué lo dice. Es de lo más normal que un niño de esa edad se siente en medio del campo a arrancar el césped.
     - Ya, pero ya han pasado dos meses...

     El niño llega llorando hasta la madre:
     - Mami, esto no me gusta. Vámonos.

     Y la madre cree que el problema está en el deporte elegido. Así que, durante años, el crío entra y sale de clubes deportivos probando diferentes deportes; de pelota, de equipo, individuales... Se acaban las opciones y cada vez son más raras, más lejanas, pero en todas la respuesta es siempre la misma: “Esto no me gusta".

     “Será que es deporte no es lo suyo. Tal vez le cuesta eso de la competitividad o quizás no ha encontrado aún el que de verdad le guste”, piensa la madre.

     De repente, un día y por casualidad, el niño, casi adolescente ya, comienza a probar un deporte nuevo cuando ya nadie creía en esa faceta suya y ya habían dado por hecho que “lo suyo” era más intelectual, artístico o bohemio. Y ese niño calló cuantas bocas se le plantaron delante y lo vieron levantar peso, ganar técnica y volcarse en la halterofilia. Su madre, sorprendida, apoyó a su hijo y nunca quiso preguntarle por qué, simplemente le dejó hacer y lo vió crecer.

     Pasados los meses, aquel crío se acercó a su madre y le dijo: 
     - Mamá ¿Nunca te has preguntado por qué aquí y por qué ahora?. 
     - Si, claro. Pero he preferido verte disfrutar que buscarle una explicación.
     - Gracias, mamá. Pero mereces saber que aquí me siento simplemente una persona practicando deporte y nada más.

     Años y años buscando “el deporte perfecto" y lo único que necesitaba era sentirse él, un niño, no un proyecto de futuro con presiones, no un competidor nato, no unas cifras de goles, canastas, velocidad y placajes. Solo había que dejarlo SER y, tal vez, sus deportes habrían sido todos o ninguno, pero habría tenido, al menos, la opción de decidirlo. 
     
     Aun sin tener las palabras exactas para explicarlo a tan temprana edad, comprendía perfectamente lo que le pasaba. El adulto, mientras tanto, con todo el vocabulario a su alcance, tuvo que esperar a que ese niño le hiciera comprender que sus “esto no me gusta" nada tenían que ver con el deporte que practicaba en ese momento. “Esto” se refería al modo en que soltamos a los críos a un mundo de adultos que han olvidado que lo único que quieren es SER y JUGAR. 
     

4 comentarios:

  1. Bravo Yudy, somos las madres y los padres los que tenemos que darnos cuenta, que cada uno es un ser individual y no patrones cortados para hacer lo mismo.Bravo por esperar y no hacerlo sufrir.Cada uno tiene una faceta oculta, sólo hace faltar esperar a que surja el momento. Orgullosa de mi pelirrojo y de ti, por creer en él.

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Lady Yu

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