La chola voladora estaba controlada por la mente, pero no cualquier mente podía dirigirla.
Solo las madres sabían llevarla en la dirección correcta y a la velocidad justa para que el impacto contra el objetivo fuese eficaz. Podía incluso, si era preciso, doblar las esquinas e impactar con escaso margen de error causando el efecto deseado: un cholazo a tiempo de
extinguir conductas inaceptables aun cuando éstas solo habían asomado a la superficie; un cholazo picón, duradero y cargado de educación y filosofía.
La chola voladora no es producto de mi imaginación ni es una invención para la ciencia ficción; fue real, lo juro. Y, como yo, lo jurarán generaciones enteras que vieron volar la chola directa a ellos sin poder hacer nada para evitarla.
En ocasiones, se echa de menos su presencia. Sobre todo en conductas y en seres que, por alguna extraña razón, hay que llamar personas, pero que a distancia se nota que nunca recibieron la educativa caricia de la chola voladora. Qué lástima, de verdad.
Yo reconozco que no la vi volar hacia mi, pero veía a mi abuela lanzársela a mis tíos y me reía de como estuviera donde estuviera, siempre les daba🤣 gracias por volver a llevarme a la infancia, una vez más ❤️
ResponderEliminarAdemás mi abuela tenía una técnica tremendamente depurada con la cual arreaba más de seis cholazos por segundo. Era una chola semiautomática de repeticion
ResponderEliminar😂😂😂😂 madre mía qué gran realidad la chola voladora y que lástima que se extinguiera, cuánta falta a más de uno 😂😂😂😂😂
ResponderEliminarLa vi bastantes veces en mi infancia, pero nunca venían hacia mí. Vi también algún zapato de tacón volador
ResponderEliminarGracias a todos. Un placer seguir.♥️
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