domingo, 22 de marzo de 2020

TIEMPOS RAROS

TIEMPOS RAROS

Alguien dijo que la próxima Gran Guerra vendría en forma de amenaza bacteriológica. Pues aquí la tenemos. Real, tangible de facto.
El coche de la UME se pasea por el barrio con la megafonía en bucle. "Estamos en Estado de Alarma. Por favor, permanezcan en sus casas. Estamos luchando contra el CORONAVIRUS". El miedo entra en el hogar. Hasta hace unos días, en la seguridad de los muros de la vivienda, todo quedaba parapetado por las pantallas de los televisores, las noticias a través de las redes y los memes que restaban seriedad al encierro. todo estaba bien, mientras estuvieses resguardado. "En casa estás a salvo".Solo quien, por razones de causa mayor, tuviese que abandonar la tranquilidad de los muros seguros, tomaba, día a día, la consciencia de la gravedad del problema.
Las Fuerzas de Seguridad van tomando, poco a poco, las calles. Los monos blancos "fumigan" cada resquicio con lejía que no mancha; solo huele y salva vidas. Los coches han abandonado las carreteras y, el que rueda, solo ocupa a quien verdaderamente debe marchar de su seguro lar para luego salir huyendo del trabajo de retorno a él.
Los aviones solo surcan el cielo para los repatriados, retirándose en estampida a sus lugares de origen. transportan enfermos que, por desgracia, necesitan ese vuelo para prolongar o salvar sus vidas, a sabiendas de que, en ese traslado, CORONAVIRUS les puede estar esperando.
Las fábricas no fabrican, los comercios no venden, el mundo se para dando, en un momento de letargo, la prioridad a lo importante. La salud y sus profesionales por tanto tiempo maltratados. A la familia y al placer olvidado de pasar el rato juntos conociéndose, como antaño, creando vínculos, cerrando heridas, abriendo más los brazos y el corazón y menos la cartera.
Y, mientras tanto, la naturaleza se toma un respiro de la polución, de los incendios, del trasiego y del desorden que le provoca la mano del ser humano. Las aguas se aclaran, el aire se limpia, los bosques sanean y los animales toman las calles.
De madrugada, armada con guantes y mascarilla, abandonaba la seguridad de mi clan, de mis muros, para ir a ese invento llamado trabajo creado para mantener el ciclo de vida material que llevamos. Un pájaro volaba sin miedo; no había hombres, ni coches ni aviones, así que se dejaba llevar por su inercia animal sin percatarse de mi presencia. Tomé conciencia de que, como dicen los expertos, esta lacra no afecta a los animales (solo al más insensato de todos). Me di cuenta pues, de que es ahora la naturaleza quien domina, mientras CORONAVIRUS le de la oportunidad de seguir gobernando y reconquistando el terreno que le hemos robado.


#yomequedoencasa

Yudeyna Santana

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