Antonio Torres. Sueño que aprendes.


    Crecí viendo casi a diario una situación que me fascinaba. Mi tía Olga llegaba de trabajar, almorzaba, se cambiaba y se ponía delante de la radio a las 16h con unos cuadernillos que rellenaba con esmero y guardaba como oro en paño al acabar. Un día le pedí un cuadernillo porque yo también quería "pintar" y ella se los pegó al cuerpo y me dijo que eran sus deberes, que me fuese yo a por los míos. Más adelante supe que aquellas clases de Radio ECCA la ayudaron a sacarse varias titulaciones mientras trabajaba, supe que ella no solo pintaba sino que estudiaba a través de la radio y que cada cierto tiempo entregaba sus deberes en “su cole”.

    Yo entro en casa de Antonio Torres, me acomodo en un sillón y, cuando menos me lo espero, estoy dentro de un relato fascinante sobre cómo cinco amigos, maestros todos, emprenden la aventura de sus vidas tirando del hilo de un sueño cuya semilla había plantado ya en península un cura jesuita, Francisco Villén Lucena, y del que ellos, desde la ilusión por llevar la educación al mayor número de personas, recogen testigo. Desde un cuartito en Casa Muñoz, en Carrizal, se fraguan los primeros esquemas partiendo del dilema: ¿Cómo haremos para enseñar las restas a través de la radio?

    Ahí no queda todo, porque una vez hechas las lecciones, hay que ponerse manos a la obra y buscar alumnos; recorrer caminos y barrancos, pueblos y calles enteras con el directo puerta a puerta, en una época y lugar donde el analfabetismo era el mayor de España. No fue fácil, pero poco a poco, alumno tras alumno, fueron ganando la confianza de la gente y cada vez fueron más los nuevos estudiantes que, tras acabar su jornada de trabajo, encendían la radio y "cogían" sus clases a través de Radio ECCA.

    Lo veo en sus ojos y en la sinceridad de sus palabras cuando dice que él sigue manteniendo la ilusión por su oficio, el amor por la docencia, la satisfacción de enseñar. Lo creo y sostengo porque también lo veo desde el recuerdo de mi tía Olga contagiada por ese mismo entusiasmo, por las ganas de aprender, la alegría de sentirse satisfecha consigo misma.

    Radio ECCA consiguió, con la tecnología de aquellos años, innovar la educación y llevarla a muchos hogares del archipiélago y también a África hasta convertirse en un referente para la educación. Antonio Torres sigue consiguiendo que me emocione cada vez que hablo con él y que desde que salga por la puerta me invada esa misma sensación que debieron de sentir miles de oyentes a través de las ondas y durante estos 60 años de andadura de la emisora: la satisfacción de aprender.

    GRACIAS, Antonio, por el regalo de tu relato, por tus historias y por seguir manteniendo la ilusión y el amor por la docencia.




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