La habitación estaba a oscuras; el único remanente de claridad provenía de un destello que atravesaba un jirón de la gruesa cortina roja. El tenue haz de luz apuntaba al gran espejo del fondo como un dedo desesperado en sus últimas horas que señala al culpable del delito. Y yo, sin pensarlo, recorrí el camino de motas de polvo iluminadas y atravesé el espejo sin miedo a cortarme. Crucé al otro lado sin temor a lo que me estaría esperando. Llegué, en un solo paso, al lugar donde nace la luz.
Después de meses sin poder asistir al Club de Escritura, me reencontré hoy con ellos para poder compartir un día de clausura de este año que ha sido genial. Compartir letras con este grupo ha sido algo más que solo escribir, algo más que solo leer, algo más que solo quedar. Aprendemos unos de otros en el solemne acto de escucharnos. Y lo que escuchamos del otro no es más ni menos que lo que nuestra cabecita crea, nuestro corazón remienda y nuestra mano recrea. Les dejo arriba el resultado de este último reto como despedida a un año lleno de descubrimientos. Un placer compartir con ustedes. Feliz verano, grupo. Nos vemos en septiembre.
Yudeyna Santana
Como me gusta leerte....
ResponderEliminarGracias❤️ cómo me alegra 🤗
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