Aprender a leer,
aprender a escribir,
aprender sin conocer
que, antes que sentir,
primero hay que descubrir
lo que nos rodea enteros.
Nos absorve con esmero
un mundo de sensaciones
de emociones cargado.
Un aprendizaje sincero.
Abocados con prisas
a superar las barreras,
sin aún andar y a la carrera,
sin metas definidas;
solo llegar por envidia
de que sea el de al lado
quien supere con descaro
los logros de uno que no llegan,
no por inútil ni por pereza,
sino porque el ser en desamparo
anhela el camino propio
observado con telescopio.
Quiere ser uno mismo
no una copia del mecanismo,
hacer grande expropio
de esa alma impuesta
queriendo, o sin querer,
matando, antes de nacer, el SER.
Esta es, del SER, su gran apuesta:
Hacer, ser y vivir como única respuesta.
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