lunes, 6 de abril de 2020

Emborrachando las penas

EMBORRACHANDO LAS PENAS

Tengo una amiga de la que quiero hablarles pero, por respeto a su dignidad e integridad, voy
a mantener en el anonimato su identidad. Con su permiso, eso sí, procedo a relatarles su última gran
hazaña con la que ella pretendía coronar un día más en esta cuarentena haciendo de él uno
memorable. Quería hacer algo diferente, fuera de la rutina que le brindaban las cuatro paredes de su
casa y sus dos metros cuadrados de balcón en el que, con una suerte que no se creía, había decidido
pasar esta Semana Santa.
Después de tres semanas ordenando armarios, clasificando cajones por orden alfabético,
recibiendo clases on line de cómo perfeccionarse en bachata y acabar su tercer y último libro
disponible, mi amiga, con todo su derecho por bandera, decidió darse un homenaje.
Esa botella de tinto llevaba demasiado tiempo esperando para descorcharse así que,
acompañada de un ligero aperitivo, se animó a servirse una copita sentada en su minúsculo balcón
que ahora era, no solo su destino vacacional sino su mayor signo de libertad.
Tiene suerte. Sus vistas son envidiables pues, donde unos vemos gigantes de hormigón, a
ella la naturaleza le regala una bella estampa de verde barranco de medianías. Tal vez, y digo solo
tal vez, esa tranquilidad infundida por el paisaje fue la que le llevó a servirse la segunda copa, sin
aperitivo esta vez. Tras la tercera y la cuarta ya no me siento tan segura de hacer hincapié en aquel
tal vez y comienzo a creer más en, quizás,(menos romántico y más objetivo) un sentimiento de
soledad tras varias semanas confinada que le lleva a conocerse más a sí misma y a desinhibirse
desde la seguridad de su rincón vacacional improvisado e impuesto en su propio hogar.
-¡Yuju! ¡Está siendo el mejor día de la cuarentena! -Se dice en voz alta, muy alta, como
queriendo convencerse muy en el fondo de lo productiva que está siendo la embriaguez.
Dos metros la separan de una segunda botella reservada para ocasiones especiales.
-¡¿Y qué mejor ocasión que esta?!. - Se pregunta, pero en realidad responde convencida ya
de su genial idea.
Y más rápida que la primera, la última gota de esta botella de vino acaba en su estómago. No
la ha saboreado tanto, se ha limitado a beberla por el simple placer de hacerlo. Al acabar, vuelve a
mirar su estampa y ésta le devuelve a la realidad. Todo gira a su alrededor. El pobre aperitivo y los
dos litros de vino luchan en lento ascenso por salir de ella. Corre (o lo intenta), pero no llega a
tiempo al baño. Todo acaba perdido.
De nuevo, aquel barranco, con el ocaso de fondo y el sereno cayendo, le manda una brisa
como advertencia. “Métete dentro”. Y, al darse la vuelta, a un paso de acabar sus vacaciones,
regresa a su cárcel, al encierro y comienza a limpiar lo que sus entrañas decidieron expulsar.
- He aquí toda mi mierda. - Se dice frustrada antes de coger la fregona y recoger con esmero
toda su resignación del suelo.
La puerta del balcón se cierra de repente; la brisa la ha empujado también a ella, dejando
visible el cartel que colgó el primer día con ilusión y responsabilidad. “Quédateencasa”, le gritan el
blanco del papel y el rojo del rotulador.
 
#yomequedoencasa
Yudeyna Santana

7 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Jajajaja aprendió una buena lección. Gracias por comentar Joaquín. Abrazos.

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  2. Me encanta Yude 😍😍. Muy gracioso 😂😂

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  3. Debió quedarse en sus primeras copas! Pero aún así, lo disfrutó

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    1. Así es Javier, y tanto que lo disfrutó. Gracias por comentar. Saludos

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  4. Que grande, 🤣🤣🤣 pobre niña jugando a ser mayor, siempre se aprende algo y seguro que esta vez le quedó claro que la resaca de vino es la peor del mundo y que para eso se necesita escuela, 😂😂😂. Me encaaaaaaanta mi gente ❤️

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    1. Jajajja ay Nati, esta muchacha nos regala momentos memorables, las cosas como son. A mí también me encantan. Gracias mi reina😍

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